jueves, 23 de octubre de 2014

Tschüss



Decir adiós es un acto aparentemente sencillo sencillo. Sólo consiste en pronunciar cinco letras con tilde en la o, que comienza por la primera letra del abecedario y acaba con una de esas letras que cuando hablas puedes alargar todo lo que quieras sssssssss. Caprichos del lenguaje.

Últimamente tengo la sensación que no hago otra cosa más que decir adiós. Me despido de aquello que no quiero despedirme, Me despedía cada noche de tus mensajes, y decía adiós a cada una de tus palabras, hasta llegar a decirte adiós a ti por completo. Yo no me quería despedir. Me despido de etapas de mi vida que inevitablemente se dan por finalizadas, pero que en ocasiones me encantaría parar el tiempo y quedarme en ellas. Yo no me quería despedir. Me despido de lugares que me gustan y que espero volver algún día, lugares en los que pararías el tiempo. Yo no me quería despedir. Me despido de mis amigos que se van a emprender una vida, a buscar un futuro y yo me quedo aquí echando de menos sus risas en las terrazas de la capital. Yo no me quería despedir. Desde que tengo uso del recuerdo me despido de mis padres con un beso cada noche con miedo a que sea el ultimo adiós y aferrándome en un gesto dulce para que no sea así. Yo no me quería despedir. Me despido de seres queridos que dejan esta realidad sin avisar, sin que nadie les pregunte si se quieren ir. Yo no me quería despedir. Me despido moralmente de aquellos que deciden salir de tu vida sin tú llegar a comprender qué complica tu presencia en su rutina. Yo no me quería despedir.

Todos los días decimos adiós, ciao, hasta luego, hasta mañana, incluso hasta mañana si Dios quiere. Eso es aferrarse a lo supremo  con tal de no despedirse, con miedo a que sea un adiós definitivo. Pero las despedidas que más duelen son las sigilosas, las que te enfrían la figura, aquellas que no se pronuncian y son silencios incomprendidos.

Pese a estar tan habituados a decir esas cinco letras que abren puertas, que rompen corazones, que provocan esperanza y concluyen sentimientos, yo no me acostumbro a pronunciarlas, no sé acabar esa eterna sss, esa mirada que le acompaña, ese movimiento de cuerpo arrítmico que se produce en la despedida. Siempre me costó dar ese primer paso simbólico que despide y finaliza al decir un adiós que no pronuncio, susurro.

Adiósss...    .

La Barrosa, Cádiz 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario