Un rayo de luz entra por la venta y me desvela. ¿Qué hora será?. Miro el reloj y antes de ver la hora me asalta mi pequeña. Me lame la cara y las manos y se revuelca a mi al rededor. Da igual la hora. Toca levantarse. Ambas nos hacemos las remolonas en la cama. Seguimos en mismo ritual. Tres vueltas a la izquierda. Dos giros a la derecha. Nos tapamos los ojos. Nos escondemos bajo las sábanas y miramos despacio por fuera. Cruzamos miradas. Ella suplicando. Yo también. Ella quiere salir. Yo me quiero quedar. Sus ojos negros pueden conmigo. Agua en la cara. Cambio de Pantalones. Chanclas en los pies. No estoy segura de habérmelo puesto todo al derecho. A estas horas no me cruzaré a nadie. Paseamos. la hierba esta aún mojada por el rocío. Corre y juguetea. Vuelta a casa 20 minutos más tarde. Misión cumplida antes de llegar a casa. Nadie me ha visto. El sol es cegador. Me choco con alguien. Pronto para cantar victoria. Ojos verdes, alto. Torso fuerte. Manos dulces, suaves. Disculpa, ¿estás bien?. Voz varonil. Juguetea con él. Conversamos de temas triviales. Brillan los ojos. Cautiva su mirada. Lección aprendida.
Majadahonda, Madrid
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