miércoles, 25 de diciembre de 2013

Voy a acercarme lento esta vez

Te busco sin intención de encontrarte. Anhelo tu presencia, nuestras conversaciones, como me haces sentir. No espero respuesta, esta vez no. 10, 20, 30. Como el conejo sacado de la chistera de un mago. Frío y caliente escalofrío invade mi silueta. Una conversación trivial. No han pasado los días, todo sigue como el último fonema vocalizado.  Un suspiro. Una palabra que desemboca una corriente de sinceridad sin reproches. Una corriente que llevaba contenida demasiado tiempo y que se siente liberada. Una disculpa y una explicación aún distorsionada, abstracta, picassiana. Dejamos seguir el cauce sin pensar en el camino, seguros de no desbordar. Poco a poco. Despacio. No queremos torrentes de agua. Cauce medio. Unos días subimos, pero más son los que bajamos. Desconcertante. No me quiero ilusionar pero cada signo interpretado alimenta el cosquilleo. Interpretar. Probablemente en la interpretación resida la paradoja. ¿Y si volvemos a empezar? Siguiendo el sentido literal, sin proposiciones. sin etiquetas a las que aferrarse con tal de sentirte respirar, sin ilusiones ni esperanzas, simplemente esperando a que sea el momento en el que estés dispuesto, preparado, ilusionado y con ganas. Esperando a que me devuelvas la confianza que siempre te concedí, que aún te concedo aún con miedo de que vuelvas a ocultarte tras el telón y se acabe la función. Tiempo. ¿Demasiado tarde?

Calle Alameda, Madrid




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